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El Náufrago Cosmopolita

Centros comerciales

Centros comerciales En USA los llaman “mall”, pronunciado “mol”. Porque son moles, construcciones faraónicas que sobrecogen al peatón, que de pronto se convierte en consumidor. Si antes fue audiencia, lector de periódicos, pescatero, pediatra, pederasta, lo que sea, deja de serlo para convertirse en consumidor. Potencial o real, pero no somos los mismos cuando andamos por las galerías de uno de esos “moles”. Nuestras circunstancias han cambiado, tienen precio. Y nosotros algo de dinero en metálico o plástico. (Porque entrar en un centro comercial sin dinero tiene algo ir a misa y no creer.)
Siempre hubo comercio, hasta de carne. Cambian las formas, pero el espíritu permanece, que es gastar y gastar. Las nuevas formas las levantan arquitectos muy duchos en crear espacios agradables, donde uno no se quiera ir en muchas horas, micromundos idílicos con dependientas talla 38: un anti-Bagdad. Cada décima de segundo se pone un ladrillo en España de un nuevo centro comercial, ladrillo arriba, ladrillo abajo: Zubiarte, Sanchinarro, La Morea, Itaroa, Vega Plaza, Viapol Center, Puerta Cinegia, Aqualon Puerto, La Minilla, Príncipe Pío, Airesur, etc.

Vivimos tiempos de inauguraciones. El “efecto Guggenheim” se traslada a otras ciudades, que abren las puertas de sus nuevos y modernos museos, como el Musac de León. Recuerdan en algo a los centros comerciales, estos museos, por lo sobresaliente de su arquitectura, por la cadencia algo cansina de las rodillas de su público. También por ese consumo del arte, parece que ya no se contempla, sino que se come sin masticar, como con cara de asco: un Rothko, dos Modiglianis, tres Giacomettis.
Y después de la mística, volvamos al espacio comercial a Zubiarte, Sanchinarro, La Morea, Itaroa, Vega Plaza, Viapol Center, Puerta Cinegia, Aqualon Puerto, La Minilla, Príncipe Pío, Airesur, etc.
Porque dentro estamos protegidos, felices a ratos, a salvo de las yugulares rasgadas de Irak, los maremotos de Sri Lanka o la sombra alargada del terrorismo islamista. Así es. Así son, una pantalla contra la lucidez.
La verdad está ahí fuera, sí, pero dentro se está mejor. En Colombia también lo saben.

2 comentarios

iñaki-ki -

me gusta eso de..."la verdad está ahí fuera, pero dentro se está mejor".. yo diría que esto, a su vez, es otra verdad, pero entonces, ¿dónde se sitúa este misterioso y desconocido término titulado como "verdad"? es sobre-humano!!!

Anónimo -

Penúltima línea: La verdad está HAY fuera!!!!! La verdad está AHI fuera.