La pista búlgara
Me decía JdelC, entre los tintineos de los copuces de fin de año, a propósito de MSO: "somos amigos, pero ya no hay pista búlgara". La pérdida de los lugares comunes, esos que tanto se critican, pero que tanto unen. Favorecen el "encuentro", ese del que el propio JdelC es abanderado.
Se vacían las plazas mayores, se llenan los centros comerciales, en los bares se grita. La mañana que entré al café Gijón, me pedí un café con leche y sólo vi a dos señoras y un japonés. ¿Y las tertulias de café y humo azul? ¿Dónde estaba la gente? Detrás de las pantallas: de cine, del portátil, de la tele, del móvil, de la Palm, mandándose e-mails, chateando con nicks, masturbándose frente a la mirada morbosa y metálica de una webcam, ese agujero negro del sexo pixelado. ¿Dónde están todos? Algunos escribiendo mensajes en blogtellas, otros, leyéndolos con poca fe, con ganas de terminar, de esconderse bajo la sombra de las cinco columnas de su periódico local, a ver si sale en la foto.
Madrid es tenerlo todo y no tener nada, dijo el ramoniano Gómez de la Serna. Internet, la Comunicación, algo parecido. Desasosiego del exceso. "La felicidad está en la limitación" dijo creo que Goethe. Quedan pocos personajes, reales como ese JdelC de quién hoy me sirvo, pocos, digo, los que se atreven a buscar, provocar, forzar el encuentro. Basta bajar a la calle y pedirse una, dos, tres copas de salud con tónica. Pero preferimos no renunciar a nada, pilotar el mundo con nuestro mouse, decirnos de todo y no decirnos nada.
La cita de Manuel Alcántara, al final de "Tío Vivo C. 1950", esa peli con más actores que público: "Fueron tiempos duros, sí, pero ¿no fueron acaso los más nuestros?". Algo así dice, y eso es mucho decir, sí, pero da que pensar.
La pista búlgara, la sintonía, los códigos, la cultura, el sentido "común" suenan a película de Garci, a reliquia del pasado, a costumbrismo en blanco y negro. Nos cristalizamos, alambicamos, retorcemos, sofisticamos. Mientras tanto, los blogs surgen como si nada, en plan búlgaro, y un bakala planta sus cosas ahí dentro y una enferma de Síndrome de fatiga crónica vence un rato su cansancio, buscando, seguramente, la pista, el encuentro.
Se vacían las plazas mayores, se llenan los centros comerciales, en los bares se grita. La mañana que entré al café Gijón, me pedí un café con leche y sólo vi a dos señoras y un japonés. ¿Y las tertulias de café y humo azul? ¿Dónde estaba la gente? Detrás de las pantallas: de cine, del portátil, de la tele, del móvil, de la Palm, mandándose e-mails, chateando con nicks, masturbándose frente a la mirada morbosa y metálica de una webcam, ese agujero negro del sexo pixelado. ¿Dónde están todos? Algunos escribiendo mensajes en blogtellas, otros, leyéndolos con poca fe, con ganas de terminar, de esconderse bajo la sombra de las cinco columnas de su periódico local, a ver si sale en la foto.
Madrid es tenerlo todo y no tener nada, dijo el ramoniano Gómez de la Serna. Internet, la Comunicación, algo parecido. Desasosiego del exceso. "La felicidad está en la limitación" dijo creo que Goethe. Quedan pocos personajes, reales como ese JdelC de quién hoy me sirvo, pocos, digo, los que se atreven a buscar, provocar, forzar el encuentro. Basta bajar a la calle y pedirse una, dos, tres copas de salud con tónica. Pero preferimos no renunciar a nada, pilotar el mundo con nuestro mouse, decirnos de todo y no decirnos nada.
La cita de Manuel Alcántara, al final de "Tío Vivo C. 1950", esa peli con más actores que público: "Fueron tiempos duros, sí, pero ¿no fueron acaso los más nuestros?". Algo así dice, y eso es mucho decir, sí, pero da que pensar.
La pista búlgara, la sintonía, los códigos, la cultura, el sentido "común" suenan a película de Garci, a reliquia del pasado, a costumbrismo en blanco y negro. Nos cristalizamos, alambicamos, retorcemos, sofisticamos. Mientras tanto, los blogs surgen como si nada, en plan búlgaro, y un bakala planta sus cosas ahí dentro y una enferma de Síndrome de fatiga crónica vence un rato su cansancio, buscando, seguramente, la pista, el encuentro.
3 comentarios
don preguntón -
Anónimo -
Me refiero a que la comunicación, y aún habiendose convertido en un tópico se corresponde con la más concreta realidad, se ha múltiplicado (enriquecido). Cada vez son más los que pueden no sólo asegurarse un PB sino elegirlo afinidadamente. Lo que pasa que derepente muchos descubren que no son tan "seguramente sociables" como cacareaban en su entorno controlado. Y algunas formas de comunicación les invaden más que les invitan...y confienzan a abanderarse como los conservadores de la comunicación de antaño sin ofrecer más oportunidades a lo que están, sin remedio -y menos mal-, viviendo. Miedo.
Epistola del Pixel
Anónimo -
La pista búlgara, cuando yo nací, ya existia.
Me la enseñaron, y me pareció, que de todas las pistas que había, que tambien me las enseñaron, la PB era con mucho, la mejor.
durante cuanto tiempo?
Ahí está el jaleo.
A mi manera, he mostrado que la PB, no sólo no es nociva sino que reune todas las caracteristicas propias de ser una corriente de vida, con todo lo que conlleva.
La amistad nada tiene que ver con la PB, pero en la PB, te aseguro que encontrarás grandes amigos.
Esto es todo por ahora. " Enhorabuena, has tenido suerte , un fuerte abrazo de " El Vecino".