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El Náufrago Cosmopolita

Jugar a ser todo

En una jornada activa de unas diez horas, un periodista puede verse sometido a más de siete desdoblamientos de personalidad, como un Zelig exponencial, carne de esquizofrenia poco hecha, chuletón mental sangrante y espongiforme. Los gravámenes de la plusvalía en las grandes ciudades no evitan un sobrecargo debido a la población flotante en el tema del impuesto de vehículos, mientras la obesidad mórbida supone el 7% del gasto sanitario y los agentes sociales se las ven para llegar al ajuste fino en una negociación en la que tienen que entrar todas las partes y se trabaja en la fusión, en el modelado, la forma y el espacio como una prolongación del estudio, como una reunión de pintores.
Por supuesto, el periodista observador se encoge, se arruga ante la especialización del ponente, del experto, del autor/actor, del hacedor, del creador. Porque la cristalización de los contenidos, ese visionado de la existencia como un proyector frenético de diapositivas, trae una brisa que huele a abulia, y acogota. Ante la imposibilidad física de conocer todos los temas, de asumir todos los temas, los que fueron y los que se hacen, el comunicador termina —como denunciaba Fermín Bocos sobre los informativos de hoy— en la banalización de la propia vida, en el sobrevuelo tedioso de unos paisajes en los que no hay ganas de posarse.
Y se cae en la negritud, en la que los ciclotímicos se creen maníaco depresivos aquejados de síndrome bipolar y los maníaco depresivos mejor no imaginar lo que se creen.
Pero de pronto, el retortijón se disipa, la migraña se descongestiona y el dentista te dice que ya está, que hasta el año que viene. Aparece poco a poco un matiz megalómano y excesivo, de tipo deidad informativa, cuyo material de trabajo no son telas, muebles o talones bancarios sino la vida con MAYÚSCULAS: todo lo que pasa, lo que es, lo que configura el día. Pinches de cocina para los millones de bocas hambrientas de información que devoran lo que les echen sin preguntarse si en esa cocina han usado conservantes, potenciadores de sabor o directamente han escupido. Ah, claro, porque ellos, los receptores, hacen su vida, leen los contenidos que les interesa, sin mayor complejo, y muchos incluso duermen a pierna suelta, planificando vacaciones en un camping de Tierra Estella, en la zona media de Navarra, muy tranquila y con muchos paseos. Son concretos, son algo. Jugar a ser todo es arriesgado. Se cae con frecuencia en la nada.

1 comentario

Molusco -

Tambien ocurre lo contrario; que el especializado sabe mucho sobre su "universo" hasta el punto de saberlo todo sobre nada, llegando así a ser lo que se conoce como un experto. Los expertos pierden la perspectiva del problema global asi que alguien tiene que haber para que los guíe y les recuerde para qué están ahí. Un ejemplo... los Lemmings.Piénsalo piénsalo.