Viva la chicha y el vino
Hay personas que hacen de la bonhomía su religión, su ejercicio diario. Joaquín Zabalza era uno de esos, entrañable hasta las cachas.
La música era su otra convicción, a la que se entregaba en concurridas horas de docencia en aquella buhardilla de una bohemia domesticada. El mes de julio solía descansar, nada de guitarra. Sí, en esos apretados metros cuadrados se formaron generaciones de guitarreros, más o menos tenaces, más o menos talentosos. Rodeados por las fotos de destellos de los años de éxito, los Iruña ko. Las giras por América, miles de conciertos y sus caras sonrientes, con ese aire a jugadores férreos del Athletic, caras yo diría que españolas, con sus chaquetas de brillos en blanco y negro.
Los métodos de Joaquín se basaban en la paciencia extrema y en la falta de miedo a la repetición, en un desafío constante a la rutina musical. Ashley Templewood y yo calculamos que habría llegado a tocar la mazurca unas 40.000 veces. Sus métodos eran gráficos, plásticos, que se dice. Recuerdo cuando me enseñó Nathalie de Moustaki: "pon aquí los dedos, como si fuera una pared, Luego haces la escalera, El punteo es como una carrera de atletismo, si repites un pie te caes."
El Tico-tico, el estudio en Sol, el Vals del Soñador, Amorada, el Chorus de Villalobos, las Czardas de Monty, Zorba el Griego, las rumbas de Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar, el Romance Anónimo, mi Favorita, el Pájaro Campana, la Flor de la Canela Es cierto, su repertorio no era un dechado de modernidad, pero servía. Servía para aprender a encontrar en la guitarra una amistad, sumisa y desafiante.
Se acabaron los arpegios en c/Mayor 55, pero quedan las guitarras, "guitarras mágicas", porque seguirán sonando, más de 40.000 veces, seguro. Y como solía cantar cuando practicábamos "ritmos", uno de esos temitas de aires chilenos: Viva la chicha y el vino, viva la cueca y la zamba, dos puntas tiene el camino y en las dos alguien me aguarda.
Hasta siempre.
La música era su otra convicción, a la que se entregaba en concurridas horas de docencia en aquella buhardilla de una bohemia domesticada. El mes de julio solía descansar, nada de guitarra. Sí, en esos apretados metros cuadrados se formaron generaciones de guitarreros, más o menos tenaces, más o menos talentosos. Rodeados por las fotos de destellos de los años de éxito, los Iruña ko. Las giras por América, miles de conciertos y sus caras sonrientes, con ese aire a jugadores férreos del Athletic, caras yo diría que españolas, con sus chaquetas de brillos en blanco y negro.
Los métodos de Joaquín se basaban en la paciencia extrema y en la falta de miedo a la repetición, en un desafío constante a la rutina musical. Ashley Templewood y yo calculamos que habría llegado a tocar la mazurca unas 40.000 veces. Sus métodos eran gráficos, plásticos, que se dice. Recuerdo cuando me enseñó Nathalie de Moustaki: "pon aquí los dedos, como si fuera una pared, Luego haces la escalera, El punteo es como una carrera de atletismo, si repites un pie te caes."
El Tico-tico, el estudio en Sol, el Vals del Soñador, Amorada, el Chorus de Villalobos, las Czardas de Monty, Zorba el Griego, las rumbas de Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar, el Romance Anónimo, mi Favorita, el Pájaro Campana, la Flor de la Canela Es cierto, su repertorio no era un dechado de modernidad, pero servía. Servía para aprender a encontrar en la guitarra una amistad, sumisa y desafiante.
Se acabaron los arpegios en c/Mayor 55, pero quedan las guitarras, "guitarras mágicas", porque seguirán sonando, más de 40.000 veces, seguro. Y como solía cantar cuando practicábamos "ritmos", uno de esos temitas de aires chilenos: Viva la chicha y el vino, viva la cueca y la zamba, dos puntas tiene el camino y en las dos alguien me aguarda.
Hasta siempre.
4 comentarios
e -
Si le cogí cariño a la guitarra... y a ellos
holzer -
victor -
yo aprendi con otro de las "guitarras magicas", trino avila, pero por lo que he oido hablar de el es casi como si lo conociera...
ashley templewood -
a ver, ¿de dónde viene maestro? turi turi turi! Del latín magister, derivado de magis (más), su opuesto es minister, de minus (menos), palabra que dejo para otro día. Tal como nos previene el origen latino de la palabra, tanto en los oficios nobles como en los plebeyos, está presente el concepto magis, más. Tanto el magistrado como el maestro, representan el nivel más alto en su respectivo estamento. lo más, el más. en lo más alto, el que desde lo alto (de la buhardilla) enseña el mundo a los demás, desde la atalaya. seguro que seguirás tocando la mazurca, no tengo ninguna duda, se la enseñarás a todos los que te acompañen, porque el que fue maestro lo seguirá siendo eternamente.