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El Náufrago Cosmopolita

Hay alguien al otro lado

Hay alguien al otro lado No me refiero al otro lado de la cama, ni al otro lado del auricular, como decían esos anuncios futuristas que ya son historia de esa teleoperadora extinta (¿Retevisión?). No me quedó claro si murió por sí sola, o murió fusionándose o murió dejándose comprar. Hoy decía un periódico que ONO no acepta la oferta de compra de AUNA de 2.400 millones de euros. ¿Quién tiene la culpa de todo?

Pero sigue habiendo gente al otro lado. Como ese “hola, soy Edu, feliz navidad” de Airtel, que se hizo tan famoso después de gastar tantos millones en GRPs para acabar también de malas maneras. Marcas muertas. Toreros muertos. ¿Desaparecen alguna vez de nuestro subconsciente? Superser, Frigurón, Mr. Propper (fue al principio, ahora se llama don Limpio), J´Hayber, Paredes, Ñampa Zampa… no sé me ocurren más…
De toreros que hable otro.

El otro lado: audiencia, usuarios, receptores, oyentes, espectadores, telespectadores, lectores. Alguien que ve una película guarra por Internet mientras pasa un banner de Friskies con el programa de “Hablar por Hablar” de fondo es todo eso (y más).
De toda la gente que está al otro lado cuando desde una parte del mundo se envía una información para que alguien la recoja, me quedo con el lector. No el lector de Blogs (receptor), ni el lector (de toda la vida) de novelas de Corín Tellado o Álvaro Mutis. El lector más auténtico es el de periódicos, porque lo hace a diario y sin esconderse.
Nadie sabe realmente quién se lee “Lunas de Hiel” o “Diario de un skin”, a no ser que esos lectores lo manifiesten en el metro u otros espacios públicos de lectura. La lectura de literatura es más de retrete, de retiro, vamos, en soledad. La lectura de periódicos, con temas públicos (y notorios) se da más en el medio civil u hostelero, acompañado de café con porras, o compañeros del curro de corte aburrido y oficinal. También en el trabajo. (Nadie lee a Espido Freire en el trabajo.) Por eso, al ver a esos lectores de prensa fresca, me digo “mira, un lector de prensa nacional con gabardina”. En el autobús, en la panadería, en el ascensor, en la cinta negra y con migas del super, en las peluquerías con olor a pelo mojado, en las salas de espera (con esperanza), en los bares de copas taciturnos, en los casinos cansinos, en los badulaques repletos, en las universidades presenciales y en las playas de España. Al lector de periódicos se le ve, se le pilla consumiendo información. Es nuestro hombre. Al otro lado.

1 comentario

Joseba -

Te acabó de conocer gracias a tu comentario sobre Sánchez Ostiz en el blog de Arcadi Espada. Es muy interesante el blog, espero leerte más a menudo. Y disfruta de Bilbao o si lo prefieres, Vinogrado (como diría Juaristi).
Un saludo.